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Los resultados preliminares de ese trabajo, que la CNEA dio a conocer mediante un comunicado el lunes pasado, revelaron la ausencia de sustancias nocivas para la salud, como podrían ser el azufre o el arsénico, y el mensaje difundido llevó tranquilidad a los pobladores de la región.
Sin embargo, ayer, la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam) y la ONG Conciencia Solidaria informaron que el comunicado de prensa emitido por la CNEA “es inexacto” y que difundir públicamente que las cenizas volcánicas no dañan la salud “es incorrecto e irresponsable”.
“La ceniza está compuesta por silicio, aluminio, potasio, calcio, hierro, titanio, magnesio, sodio y, en una pequeñas cantidad, cloro -detalló la doctora Liliana Mogni, integrante del Grupo Caracterización de Materiales de la CNEA-. No se detectó la presencia de azufre o arsénico, y tampoco cristobalita (una variante volcánica del cuarzo), como sucedió con el volcán Chaitén, en 2008, que es una de las fracciones más nocivas que causan problemas pulmonares y respiratorios.”
“¿Quién se hará cargo de las enfermedades que producirá esta declaración irresponsable? No se trata de crear pánico, pero tampoco de brindar información equivocada”, respondió mediante otro comunicado la ONG Conciencia Solidaria.
Sucede que, según los datos de la propia CNEA, las cenizas del volcán Puyehue contienen dióxido de titanio, “una sustancia considerada un posible cancerígeno humano por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC)”, señaló la Funam.
Por su parte, el doctor Raúl Montenegro, de la Universidad Nacional de Córdoba, recordó que las cenizas volcánicas “pueden tener efectos negativos sobre la salud”, y que el impacto se debe “no solamente a sustancias de riesgo -como sílice cristalino y dióxido de titanio-, sino al tamaño de las partículas y a la cantidad que ingresa en el sistema respiratorio y digestivo de las personas expuestas”.
El especialista, además, sostuvo que las cenizas “conforman cócteles variables de partículas y sustancias químicas”, y que los efectos sobre las poblaciones expuestas “dependen de las dosis recibidas, pero también del tiempo de exposición y del tamaño de las personas. Los más afectados son bebes y niños, porque consumen proporcionalmente más aire por unidad de peso que los adultos, y las personas con problemas respiratorios previos”.
Funam y Conciencia Solidaria aconsejaron “reducir la inhalación de cenizas hasta donde resulta posible como una medida sanitaria”, mediante el uso de barbijos
La Nación – 17/06/11