Revolutionary Doctors: How


Che GuevaraChe Guevara (Image via RottenTomatoes.com)

The Lancet, Volume 378, Issue 9807, Page 1910, 3 December 2011
doi:10.1016/S0140-6736(11)61830-8Cite or Link Using DOI

Revolution in health care

Revolutionary Doctors: How Venezuela and Cuba are Changing the World’s Conception of Health Care
Steve Brouwer
Monthly Review Press2011
Pp 256. US$18·95. ISBN-9781583672396
Giving a speech in 1960, the year after the Cuban Revolution, Che Guevara spoke of the role of medicine in the new Cuba, telling supporters “our task now is to orient the creative abilities of all medical professionals toward the tasks of social medicine”. InRevolutionary Doctors, Steve Brouwer assesses the accomplishments of those who were to follow Che’s prescription, tracing the development of Cuba’s systems of health care and medical education since the revolution, together with the role of medicine in the country’s relations with the outside world.
Brouwer examines the relationship between Cuba and Venezuela over the past decade, as the latter country’s own democratic Bolivarian Revolution—named for Simón Bolívar who helped to liberate much of Latin America from Spanish colonial rule—has attempted to build a system of universal free health care as part of a wider project of social change.
Brouwer lived for a year in rural Venezuela, encountering medical students, doctors, and other health professionals in communities where none had existed just a few years earlier. Mission Barrio Adentro (“inside the neighbourhood”) began initially in early 2003 as a small programme in the Libertador district of Caracas; it was intended to provide free primary health care to poor communities, previously underserved or without any regular access to health care. However, the reluctance of Venezuelan doctors to take part in Barrio Adentro, and to live and work in poor urban barrios or rural areas, led the mayor of Libertador to bring in physicians from Cuba to staff the new local clinics.
Barrio Adentro was soon adopted nationally, with Venezuelan President Hugo Chávez making a deal that would provide Cuba with discounted petroleum in exchange for doctors and other health professionals, most of whom would come to Venezuela on rolling 2-year placements. The project became the cornerstone of a series of social welfare missions funded directly by revenues from the nationalised oil industry. By the autumn of 2004, Barrio Adentro had expanded to a nationwide network of 13 000 doctors, together with nurses, dentists, and other health-care workers, who staffed small local clinics across the country.
Barrio Adentro would not have been possible without the thousands of Cuban medical professionals who have taken part since 2003, but this approach was clearly unsustainable in the longer term. Soon after the project took off, efforts were made to integrate Venezuelan doctors into the system: residency programmes were provided for recent graduates and medical students were sent to study at the Latin American School of Medicine (ELAM) in Havana. Most important, however, has been the establishment of a 6-year comprehensive community medicine programme, Medicina Integral Communitarian (MIC). This programme teaches thousands of new primary care physicians outside the traditional university setting and gives veteran Cuban doctors an additional role as teachers, with their new students, most of whom remain within their own communities, observing and supporting the work of the Barrio Adentro doctors in between attending formal lectures. Brouwer’s first-hand account of MIC is informed by his interviews with doctors, medical students, and their families, as well as his visits to patients’ consultations and classes for medical students.
Cuban experience of health care has had a strong influence on developments in Venezuela. The emphasis on primary care and prevention as the basis of “health for all”, as reflected in the Alma-Ata Declaration in 1978, has been central to medicine in Cuba since the revolution and has led to improvements in many health outcomes, despite low income and international isolation. Cuba’s commitment to medicine has also served as the basis for a powerful form of positive health diplomacy—its international medical brigades have provided disaster relief in the region and elsewhere around the world. ELAM, which was established after the hurricane relief effort in 1998 to train doctors committed to providing care for their underserved communities around the continent, has proved central to these efforts in recent years.
Brouwer is not an impartial observer, however. He clearly supports the developments he describes, and is open about his own socialist politics. While no bad thing, it does tend to mean critical engagement is limited and at times defensive. But Brouwer largely succeeds in what he sets out to do: he relates how revolutionary doctors, motivated by solidarity with the poor, have lived up to Che Guevara’s aspiration, in Brouwer’s words, of “combining the humanitarian mission of medicine with the creation of a just society”.

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Si no tiene médico de cabecera, peligra su salud !


Juan Gérvas                                      Image via Wikipedia*¿NO TIENE MÉDICO DE CABECERA? *

*¡PELIGRA SU SALUD! *

*[¡Y SU DINERO!]*

Juan Gérvas y Mercedes Pérez Fernández, médicos generales rurales,
Equipo CESCA, Madrid, España_

jgervasc@meditex.es
mpf1945@gmail.com
www.equipocesca.org

Usted y su familia están en peligro si no tienen un médico de cabecera, si no tienen tienen un médico que coordine los cuidados de otros médicos.

El médico de cabecera es el “agente” del paciente, y decide como si fuera el propio paciente. Es decir, decide junto al paciente con el conocimiento de un médico especialista en problemas frecuentes, y en el conjunto de problemas de la persona (en su entorno familiar, laboral, cultural y social).

El médico de cabecera es ese médico “de siempre”, el que entra en casa y
cuenta con la confianza de quien conoce vida, milagros y secretos del paciente, la familia y la comunidad. Es el médico cercano y conocido, con una amplia formación científica, con conocimientos, corazón y coraje.

Está demostrado que el médico de cabecera decide mejor que el propio
paciente para elegir especialistas y momento de la atención (y, también,
cuándo se necesitan cuidados urgentes).

El médico de cabecera se ocupa directamente de los problemas frecuentes y coordina los cuidados de los especialistas para los problemas infrecuentes.

Necesitamos médicos especialistas, pero hay que utilizarlos con prudencia, pues su “exceso de uso” es peligroso para la salud. Está demostrado que cuanto más especialistas haya en una zona geográfica, mayor mortalidad se produce.

Cada especialista puede ofrecer cuidados excepcionales, cuidados de excelente calidad, pero la intervención de varios especialistas no coordinados es peligrosa para la salud. Por ello, en los EEUU la salud es la peor y la más cara (comparada con los demás países desarrollados). Por ejemplo, en los EEUU las amputaciones en pacientes diabéticos son el triple que la media en los países desarrollados.

En los EEUU la tercera causa de muerte es la actividad de los médicos.

No faltan buenos especialistas en los EEUU. Faltan médicos de cabecera que coordinen los cuidados, que actúen de agentes de los pacientes.

Por ejemplo, un pediatra es especialista en enfermedades de los niños, no en los niños situados en su entorno familiar, escolar, cultural y social. Lo mismo sucede con un ginecólogo respecto a la mujer. O con un geriatra respecto a los ancianos. O con un urólogo respecto al varón. Todos estos especialistas deberían actuar como consultores del médico de cabecera, y éste debería coordinar sus consejos y tratamientos para “adaptarlos” al paciente en su conjunto, de forma que produzcan más beneficios que daños.

Todos los pacientes necesitan un médico cabecera que coordine los necesarios cuidados de los especialistas.

Además, el médico de cabecera es muy accesible, flexible, polivalente y resolutivo. Lo mismo le ayuda frente a la gripe que hace una biopsia de piel, coloca un DIU, vacuna contra el sarampión, visita al niño con
parálisis cerebral en su casa, aconseja frente a una jubilación, trata una tuberculosis, asesora frente al insomnio, hace un análisis de orina ante un cistitis, o trata con morfina al paciente terminal y le ayuda a enfrentarse con dignidad a la muerte en domicilio. Todo ello teniendo en cuenta los valores y creencias del paciente, la familia y la comunidad.

Y todo ello en el consultorio y en el domicilio; y mucho por teléfono, por correo-electrónico, conferencia virtual, o …¡en la acera, incluso!

El médico de cabecera trabaja en Atención Primaria, el nivel más próximo del Sistema Sanitario, el más accesible, donde se responde al 90% de los problemas de la población, donde hay un equipo que complementa al médico. Cuando la Atención Primaria es fuerte, el médico de cabecera es “filtro” para la atención de los especialistas. Así es, por ejemplo, en Canadá (Ontario), Dinamarca, Eslovenia, España, Holanda, Noruega, Nueva Zelanda y el Reino Unido. El “filtro” hace que los especialistas se enfrenten a casos difíciles de su especialidad, y por ello contribuye a mantener la “pureza de raza” de los especialistas.

Además, el “filtro” evita el “exceso” de atención de los especialistas,
necesario sólo en casos escogidos, en los que compensan los daños ciertos con beneficios probables.

Los especialistas deberían actuar de consultores, de forma que el médico
de cabecera decidiera al final, de acuerdo con el paciente (y su contexto). Con esa coordinación se “produce” más salud y se ahorra dinero (para el paciente y su familia, y para la población y la nación).

Tenga un médico de cabecera que coordine su atención, y que le ayude a
decidir cuándo necesita cuidados especializados, y de qué especialista. Con ello protegerá su salud y la de su familia (y su dinero).

*NOTA*

Este texto se encuentra bajo licencia Creative Commons by-nc-sa 3.0, por lo tanto se puede distribuir y re-elaborar libremente a condición de citar a los autores, no utilizarlo para fines comerciales y mantener el producto subsiguiente bajo este mismo tipo de licencia (licencia completa).

1Llamamos médico de cabecera al médico general que atiende al paciente y a su familia en todos los casos y situaciones (en el consultorio y en el domicilio del paciente, desde la concepción a la muerte, y desde la
salud a la enfermedad) y que solicita el trabajo de consultor del médico especialista en situaciones episódicas que requieren tecnología o conocimientos específicos. El nombre de “médico de cabecera” alude a la
visita a domicilio, a estar junto a la “cabecera” de la cama del paciente; también alude a consejero muy cercano, de la familia. El médico general se transformó en “médico de familia” en los EEUU, en la
década del 60 del siglo XX, por el rechazo del Comité de Especialización a reconocer como una especialidad lo que se dedicaba a lo general. El nombre de médico de familia es el que se emplea oficialmente en España y otros países, como Brasil. Persiste el nombre oficial de médico general en el Reino Unido, Irlanda, Holanda, Noruega, Francia, Nueva Zelanda y otros países. En la Unión Europea (27 países, 500 millones de habitantes) para trabajar en el Servicios de Salud público se exige el título de especialista en Medicina General-de Familia (residencia de tres años, como mínimo),

Juan Gérvas

www.equipocesca.org

Si no ha leido todavia quien es Juan Gervas es porque no ha leido nunca este o alguno de mis otros blogs. Vive cerca de Madrid, es profesor de la escuela de Sanidad, ha sido profesor en la Universidad de John Hopkins ( una de las mas prestigiosas del mundo ), y estemos o no de acuerdo con sus dichos (supongo que el escribiría lo mismo ), su honestidad intelectual, su capacidad y el humanismo con el que ejerce y enseña, constituyen siempre un poco de aire fresco para quienes trabajamos en atención primaria. Si bien se presenta, en reportajes, cómo médico rural, esto es más una provocación a quienes asumen que la verdadera ciencia sólo se puede hacer en los hospitales, cuando el 90% de los problemas se pueden resolver fuera del mismo. Los hospitales, a decir de Julio Ceitlin (ciudadano del mundo que vive en Buenos Aires), son templos de enfermedad, y debemos reivindicar a la atención primaria, incluso hasta con investigación, tal cómo Amado Martin Zurro plantea: “hay que demostrar que existe vida inteligente fuera de los hospitales”. Cosa no siempre fácil, cuando a un centro de salud, más de uno lo llama “centro periférico” (si es centro no es periférico), y no tiene porque estar en los barrios pobres de las ciudades, también pueden estar en pleno centro de una ciudad, cómo varios hospitales de comunidad e incluso prepagas han demostrado en Buenos Aires, o en la misma Habana, y también, desmintiendo a Juan Gervas, en muchas grandes ciudades de Estados Unidos. Claro que si de médicos personales se trata, el más conocido siempre es el médico personal del presidente, del jeque o del rey, ellos si tienen médicos personales, porque se sabe muy bien que la acción no coordinada en la atención médica, conlleva más daños que beneficios. Y el resto ya lo contó Juan.

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