Relativo contra absoluto de Sin Estetoscopio


RELATIVO CONTRA ABSOLUTO de SIN ESTETOSCOPIO de Giordano

Compartido por José Cristóbal Buñuel

‘Los médicos, los pacientes, los periodistas y los políticos, no entienden la bioestadística’. Así empieza el artículo del Dr. Gigerenzer, publicado recientemente en el Boletín de la O.M.S. Comienza con este llamado de atención para luego dar lugar a una pequeña discusión acerca de la manera de presentar e interpretar la información de los artículos médicos, y para invitar a que siempre se transmita la información de una manera transparente, usando términos absolutos en vez de relativos. De nuevo, estamos hablando de matices en la información médica.


El ejemplo que usa para explicar la diferencia entre riesgo absoluto y riesgo relativo es claro: en 1995, salió una advertencia de que una nueva píldora anticonceptiva aumentaba el riesgo de trombosis al doble, es decir, aumentaba el riesgo en un 100%. Esto impacta a cualquiera. La otra manera de decir lo mismo: los estudios mostraban que de cada 7000 mujeres que tomaban el anticonceptivo viejo, 1 tendría trombosis, mientras que con el anticonceptivo nuevo serían 2 mujeres. El aumento en el riesgo relativo es el 100%, el aumento del riesgo absoluto era 1/7000.


Lo mismo pasa con las tasas de supervivencia a 5 años contra las tasas de mortalidad. El Dr. Gigerenzer lo ilustra así: ‘imaginemos 2 grupos de hombres, en los que todos mueren a los 70 años por cáncer de próstata. Los hombres del primer grupo no fueron tamizados con antígeno prostático específico (APS), y su cáncer fue detectado por los síntomas a la edad de 67 años. En este grupo, la tasa de supervivencia a los 5 años sería 0%. En el segundo grupo, quienes sí fueron tamizados, el cáncer se les detectó a los 60 años, entonces, su sobrevida a 5 años fue del 100%’. Es fácil ver las diferencias. Las tasas de sobrevida de ambos grupos son muy distintas, sin embargo, a final de cuentas, todos murieron a la misma edad.


La invitación final es 1) a reconocer que existe confusión acerca de los datos estadísticos en medicina, en ocasiones por no transmitir la información de manera transparente, y 2) a financiar programas de transparencia en revistas científicas, panfletos de salud e interacciones médico-paciente.


Estamos totalmente de acuerdo.


Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa”

Hacking


Pido disculpas a todos, pero luego de un trabajo de meses, mi blog fue hackeado, y la base de datos destruida, por lo que me sera imposible recuperar la informacion que he estado publicando durante estos 4 años. La propia empresa proveedora de mi servicio de Hosting: Toweb, en Argentina, no se hace cargo de la seguridad de los mismos, ni tampoco realizo un back up, algo que es habitual y la norma en todo servicio de hosting, de ese blog. Con ello tambien se perdio informacion que aun estaba siendo procesada, tal como la evaluacion de la evolución de la epidemia de gripe en Argentina y el manejo que se hizo sobre la misma, e informacion sobre los casos de dengue que las propias autoridades sanitarias habian negado dias atras. Espero sepan disculpar las molestias, y quizas puedan encontrar mucho del material en cache haciendo la propia busqueda en google.
Del mismo modo fue cambiada mi contraseña en sitios de almacenamiento gratuito que se encuentran en la web, slideshare, youtube, rapidshare, megaupload, esnip, solo se han mantenido estables mi cuentas en google. Aunque es por todos conocido el hecho que hasta los propios mails pueden ser leidos desde ahi si se quiere.
Del mismo modo tambien fueron destruidos archivos que corresponden a informacion que habia decidido no publicar hasta no hacerlo antes frente al juzgado que entienden en la causa sobre adulteración de medicamentos, causa que se lleva a cabo en juzgados federales de la Ciudad de Buenos Aires, y en donde estare declarando en tres semanas.
En otras palabras, fue hackeada directamente mi cuenta en el servidor de Toweb, quien no guarda back up de la informacion que se publica, claves de cuentas que cualquiera podia ver, y en mi propia computadora, destruida toda la informacion del blog y los archivos que hacian referencia a dicha causa judicial. Sea esto un hecho fortuito, o deliberado, espero poder estar pronto nuevamente en la web, y en nada modifica las declaraciones que con respecto a dicha causa judicial tengo que hacer, en este caso como testigo.
Si esto constituye una forma de amedrentar, no será esta la primera ni ultima vez que sea amedrentado, asi sucedio en el 2002 en ocasion de trabajar para la ley de prescripcion por genericos, y que pese a que el hecho fue denunciado, la propia justicia archivo dicha causa, ni las cartas documentos que recibi de parte de la propia industria farmaceutica (laboratorios Serono), para que saque material sobre el medicamento efalizumab (año 2005, y que en el curso de este año las propias agencias regulatorias prohibieron la comercializacion de dicho medicamento. O las constantes agresiones por parte del gobierno provincial y local, que han criticado duramente mis opiniones en relacion al estado de situacion de la salud provincial, y que han dado lugar a que no se me permita trabajar en el sector publico de esta provincia, ni tampoco como consultor en el gobierno nacional, e incluso a nivel local cuando tras las criticas al manejo del comite de crisis por la pandemia, curiosamente al dia siguiente mis horas de consultorio en una clinica local fueron ocupados por medicos que se habian recibido una semana antes. De todos modos, tomo este hecho, tan solo como el descuido de una empresa de hosting, y la estupidez de alguien que seguramente tenia tiempo de sobra. Dejo el tema aqui, ya que solo queda mi consultorio privado y mis consultorias en OPS, y el tiempo es poco, y el dinero no alcanza.

Hacking


Pido disculpas a todos, pero luego de un trabajo de meses, mi blog fue hackeado, y la base de datos destruida, por lo que me sera imposible recuperar la informacion que he estado publicando durante estos 4 años. La propia empresa proveedora de mi servicio de Hosting: Toweb, en Argentina, no se hace cargo de la seguridad de los mismos, ni tampoco realizo un back up, algo que es habitual y la norma en todo servicio de hosting, de ese blog. Con ello tambien se perdio informacion que aun estaba siendo procesada, tal como la evaluacion de la evolución de la epidemia de gripe en Argentina y el manejo que se hizo sobre la misma, e informacion sobre los casos de dengue que las propias autoridades sanitarias habian negado dias atras. Espero sepan disculpar las molestias, y quizas puedan encontrar mucho del material en cache haciendo la propia busqueda en google.
Del mismo modo fue cambiada mi contraseña en sitios de almacenamiento gratuito que se encuentran en la web, slideshare, youtube, rapidshare, megaupload, esnip, solo se han mantenido estables mi cuentas en google. Aunque es por todos conocido el hecho que hasta los propios mails pueden ser leidos desde ahi si se quiere.
Del mismo modo tambien fueron destruidos archivos que corresponden a informacion que habia decidido no publicar hasta no hacerlo antes frente al juzgado que entienden en la causa sobre adulteración de medicamentos, causa que se lleva a cabo en juzgados federales de la Ciudad de Buenos Aires, y en donde estare declarando en tres semanas.
En otras palabras, fue hackeada directamente mi cuenta en el servidor de Toweb, quien no guarda back up de la informacion que se publica, claves de cuentas que cualquiera podia ver, y en mi propia computadora, destruida toda la informacion del blog y los archivos que hacian referencia a dicha causa judicial. Sea esto un hecho fortuito, o deliberado, espero poder estar pronto nuevamente en la web, y en nada modifica las declaraciones que con respecto a dicha causa judicial tengo que hacer, en este caso como testigo.
Si esto constituye una forma de amedrentar, no será esta la primera ni ultima vez que sea amedrentado, asi sucedio en el 2002 en ocasion de trabajar para la ley de prescripcion por genericos, y que pese a que el hecho fue denunciado, la propia justicia archivo dicha causa, ni las cartas documentos que recibi de parte de la propia industria farmaceutica (laboratorios Serono), para que saque material sobre el medicamento efalizumab (año 2005, y que en el curso de este año las propias agencias regulatorias prohibieron la comercializacion de dicho medicamento. O las constantes agresiones por parte del gobierno provincial y local, que han criticado duramente mis opiniones en relacion al estado de situacion de la salud provincial, y que han dado lugar a que no se me permita trabajar en el sector publico de esta provincia, ni tampoco como consultor en el gobierno nacional, e incluso a nivel local cuando tras las criticas al manejo del comite de crisis por la pandemia, curiosamente al dia siguiente mis horas de consultorio en una clinica local fueron ocupados por medicos que se habian recibido una semana antes. De todos modos, tomo este hecho, tan solo como el descuido de una empresa de hosting, y la estupidez de alguien que seguramente tenia tiempo de sobra. Dejo el tema aqui, ya que solo queda mi consultorio privado y mis consultorias en OPS, y el tiempo es poco, y el dinero no alcanza.

Gripe, mentiras y juegos de video


24.000 personas mueren diariamente de hambre, 3.000 de malaria, 3.500 de tuberculosis, algunas centenares de dengue. Estos son los números de las verdaderas epidemias, pandemias o como se quieran llamar a lo que rodean nuestras vidas y las hacen más inestables.

Hambre en Sudán. Septiembre de 1998. Fotos de Gervasio Sánchez

Si buscamos datos de estos desastres que asuelan este mundo injusto en que vivimos podemos quedarnos de piedra: hay poca información porque estas verdaderas epidemias no venden diarios ni inciden en la atención radiofónica de los oyentes ni en la mirada compasiva de los televidentes. No nos preocupan porque no nos afectan.

Salvo excepciones la gripe porcina ha provocado un regusto por el sensacionalismo en todos los medios de comunicación. La alerta sanitaria, lógica al producirse en un país tan deficiente desde el punto de vista médico como México, ha sido reconvertida en una amenaza galáctica como si el mundo estuviese a punto de enfrentarse a un virus mutante capaz de convertirnos a todos en primos de los cinematográficos Lobezno y los X men.

Enferma de ébola en la Republica Democrática del Congo mayo de 1995 Foto de Gervasio Sánchez

El circo mediático ha cruzado una vez más la línea del pudor y ha vomitado en los principios básicos del periodismo. En vez de utilizar una vara de medir lógica, la prensa ha jugado a provocar la histeria colectiva. Todo con tal de vender papel, aunque fuese pura basura, mentiras radiofónicas o videos adulterados. Todo con tal de desviar la atención de problemas más graves que nos afectan.
Cada uno de los supuestos muertos por el virus de moda ha tenido más espacio mediático que decenas de miles de muertos por virus antiguos o enfermedades que deberían estar erradicadas si nuestras autoridades políticas o sanitarias tuviesen una pizca de vergüenza. O si nosotros tuviésemos la decencia de protestar por los verdaderos virus de destrucción masiva.

El virus más cansino de la historia ya que parece que sólo le gusta viajar en avión, “sin voluntad asesina”, tal como lo ha definido algún epidemiólogo, ha sido presentado como un criminal en serie dispuesto a matar a un ritmo de película de terror de serie B.

Casi todos los informativos de televisión o de radio o casi todas las crónicas escritas han destacado con ambigüedad calculada cifras adulteradas, casos personales que carecían de interés médico y han escondido las llamadas a la calma de los especialistas más sensatos.

Algunas crónicas parecían copiadas de mediocres novelas de ciencia ficción. Otras empezaban por la anécdota y el verdadero lead, la sensata idea de que estamos ante un globo hinchado mediático e irresponsable, aparecía perdido o sepultado bajo paladas de verborrea.
El virus le ha venido de perlas al gobierno de nuestra nación. De repente el desastre económico del último año se ha volatilizado. La semana en que se anunció el derrumbe histórico de nuestro producto interior bruto, con cifras de parados que nos permite regresar a la cola de Europa, se ha superado con un simulacro interpretado por el virus menos letal de la historia.

A la oposición tampoco le ha disgustado el entretenimiento. Sus crisis internas y sus corruptelas han quedado aparcadas hasta mejores tiempos. En vez de asumir unos previsibles costes políticos se han dedicado a desempolvar la artillería de cara a las elecciones europeas. Otra vez asistiremos al bochornoso espectáculo al que gobierno y oposición nos tienen acostumbrados desde hace varios años cada vez que se acerca una cita electoral.


Niño afgano afectado por malnutrición severa Kabul (Afganistán), agosto de 1996 Foto de Gervasio Sánchez
Más de ocho millones de personas mueren al año de hambre, un millón y medio de malaria y una cantidad parecida de tuberculosis. 900 millones de seres humanos sufren hambre extrema, más de 52 millones en América Latina.

Y como explica el diario Público en su edición del sábado 300.000 personas mueren al año por enfermedades o virus que “no generan alarma”. Por ejemplo, 70.000 de Leishmaniasis, 50.000 de Cisticercosis, 55.000 de Rabia.

Niños ruandeses afectados por el cólera. Goma (República Democrática del Congo), julio de 1994 Foto de Gervasio Sánchez
Y además las variantes de la gripe causan 3.000 muertos anuales en España.
¿Por qué todos estos muertos no tienen derecho a su minuto de gloria? Porque han fallecido fuera de la hora punta de los informativos y en lugares alejados de nuestras vidas y nuestras conciencias.

Fuente: Gervasio Sanchez

Gripe, mentiras y juegos de video


24.000 personas mueren diariamente de hambre, 3.000 de malaria, 3.500 de tuberculosis, algunas centenares de dengue. Estos son los números de las verdaderas epidemias, pandemias o como se quieran llamar a lo que rodean nuestras vidas y las hacen más inestables.

Hambre en Sudán. Septiembre de 1998. Fotos de Gervasio Sánchez

Si buscamos datos de estos desastres que asuelan este mundo injusto en que vivimos podemos quedarnos de piedra: hay poca información porque estas verdaderas epidemias no venden diarios ni inciden en la atención radiofónica de los oyentes ni en la mirada compasiva de los televidentes. No nos preocupan porque no nos afectan.

Salvo excepciones la gripe porcina ha provocado un regusto por el sensacionalismo en todos los medios de comunicación. La alerta sanitaria, lógica al producirse en un país tan deficiente desde el punto de vista médico como México, ha sido reconvertida en una amenaza galáctica como si el mundo estuviese a punto de enfrentarse a un virus mutante capaz de convertirnos a todos en primos de los cinematográficos Lobezno y los X men.

Enferma de ébola en la Republica Democrática del Congo mayo de 1995 Foto de Gervasio Sánchez

El circo mediático ha cruzado una vez más la línea del pudor y ha vomitado en los principios básicos del periodismo. En vez de utilizar una vara de medir lógica, la prensa ha jugado a provocar la histeria colectiva. Todo con tal de vender papel, aunque fuese pura basura, mentiras radiofónicas o videos adulterados. Todo con tal de desviar la atención de problemas más graves que nos afectan.
Cada uno de los supuestos muertos por el virus de moda ha tenido más espacio mediático que decenas de miles de muertos por virus antiguos o enfermedades que deberían estar erradicadas si nuestras autoridades políticas o sanitarias tuviesen una pizca de vergüenza. O si nosotros tuviésemos la decencia de protestar por los verdaderos virus de destrucción masiva.

El virus más cansino de la historia ya que parece que sólo le gusta viajar en avión, “sin voluntad asesina”, tal como lo ha definido algún epidemiólogo, ha sido presentado como un criminal en serie dispuesto a matar a un ritmo de película de terror de serie B.

Casi todos los informativos de televisión o de radio o casi todas las crónicas escritas han destacado con ambigüedad calculada cifras adulteradas, casos personales que carecían de interés médico y han escondido las llamadas a la calma de los especialistas más sensatos.

Algunas crónicas parecían copiadas de mediocres novelas de ciencia ficción. Otras empezaban por la anécdota y el verdadero lead, la sensata idea de que estamos ante un globo hinchado mediático e irresponsable, aparecía perdido o sepultado bajo paladas de verborrea.
El virus le ha venido de perlas al gobierno de nuestra nación. De repente el desastre económico del último año se ha volatilizado. La semana en que se anunció el derrumbe histórico de nuestro producto interior bruto, con cifras de parados que nos permite regresar a la cola de Europa, se ha superado con un simulacro interpretado por el virus menos letal de la historia.

A la oposición tampoco le ha disgustado el entretenimiento. Sus crisis internas y sus corruptelas han quedado aparcadas hasta mejores tiempos. En vez de asumir unos previsibles costes políticos se han dedicado a desempolvar la artillería de cara a las elecciones europeas. Otra vez asistiremos al bochornoso espectáculo al que gobierno y oposición nos tienen acostumbrados desde hace varios años cada vez que se acerca una cita electoral.


Niño afgano afectado por malnutrición severa Kabul (Afganistán), agosto de 1996 Foto de Gervasio Sánchez
Más de ocho millones de personas mueren al año de hambre, un millón y medio de malaria y una cantidad parecida de tuberculosis. 900 millones de seres humanos sufren hambre extrema, más de 52 millones en América Latina.

Y como explica el diario Público en su edición del sábado 300.000 personas mueren al año por enfermedades o virus que “no generan alarma”. Por ejemplo, 70.000 de Leishmaniasis, 50.000 de Cisticercosis, 55.000 de Rabia.

Niños ruandeses afectados por el cólera. Goma (República Democrática del Congo), julio de 1994 Foto de Gervasio Sánchez
Y además las variantes de la gripe causan 3.000 muertos anuales en España.
¿Por qué todos estos muertos no tienen derecho a su minuto de gloria? Porque han fallecido fuera de la hora punta de los informativos y en lugares alejados de nuestras vidas y nuestras conciencias.

Fuente: Gervasio Sanchez

Harry Potter basado en la evidencia


Harry Potter Basado en Pruebas?

Por si alguien cree que estamos exentos de escribir cualquier cosa, sin que otro se ocupe de evaluarla estan equivocados, un fanático de Harry Potter se ha dedicado a evaluar toda la obra, y ya publicó en su espacio virtual (mundopotter.com) al menos 25 incoherencias en la saga de libros escritos por la prolifica Rowling.

1. Hacer magia fuera de Hogwarts está prohibido. La tía de Harry Potter, Petunia Dursley, dice que Lily Potter, madre de Harry, siempre practicaba magia y llevaba objetos mágicos a su casa (pág. 51, capítulo 4, y pág. 73, capítulo 5). Al igual que Lily, otros personajes vulneran esa regla. Hermione, compañera de Harry, les cuenta a Ron y al propio aprendiz de mago que pasó las vacaciones practicando hechizos y conjuros (pág. 92, cap. 6).

2. Contradicciones inmortales. Al comienzo del primer libro explican que la piedra filosofal hace inmortal al que bebe su elixir (pág. 183, cap. 13). Más adelante, el mago y director de la escuela de Hogwarts, Albus Dumbledore, asegura que el alquimista Flamel posee el elixir y que éste y su esposa se lo beberán para resolver algunos asuntos pendientes… Y después ¡morir! (pág. 244, cap. 17).

3. Ajedrez sin reglas. Para conseguir la Piedra Filosofal, han de pasar por una serie de pruebas, entre ellas una partida de ajedrez humano, en la que los protagonistas son las piezas de un tablero gigante. Ron hace de caballo negro (pág. 231, cap. 16). Tras varios movimientos, Ron sacrifica su caballo para que Harry se coma a la reina. Según el libro, el caballo de Ron tiene que moverse de frente. Pero las reglas del ajedrez obligan a que se desplace en “L”. Ron debería haber sido descalificado (pág. 233).

4. Fantasmas que pueden beber. Cuando el basilisco petrificó a los estudiantes, también lo hizo con el fantasma Nick Casi Decapitado, pero después Dumbledore dijo que desharía el conjuro dándoles a beber la poción de mandrágora cultivada por la profesora Pomfrey (pág. 128, cap. 9).

5. Dominio y licencia precoz para tener varita mágica. Ron cuenta en el libro que, cuando tenía 3 años, su hermano Fred convirtió su osito de peluche en una araña gigantesca, como castigo por romperle el palo de su escoba. Fred debería tener 5 o 6 años por entonces y era demasiado joven para lograr un encantamiento tan avanzado y para tener varita mágica (pág. 137, cap. 9).

6. Gafas que no protegen. La gente que mira el basilisco (el monstruo guardado en la Cámara Secreta) muere, a menos que la persona lo mire a través de lentes, espejos, cristales o incluso a través de un fantasma. Sin embargo, Myrtle “la llorona” fue asesinada por el basilisco en el baño de chicas, a pesar de llevar lentes que debieron protegerla (pág. 253, cap. 16).

7. Linaje confuso. Cuando Tom Ryddle, que luego será el malvado mago Lord Voldemort, habla con Harry en la Cámara de los Secretos, le dice que ambos tienen varias cosas en común, una de ellas ser de “sangre sucia”. Pero los padres de Harry, ejercen como magos y tienen sangre mágica (págs. 266-267, cap. 17).

8. Un juicio a la ligera. Se pensó, equivocadamente, que Sirius Black, el padrino de Harry, era culpable de matar al guardián secreto, Peter Pettigrew. ¿Por qué el Ministerio de Magia no comprueba el último hechizo realizado con la varita de Sirius para saber si era responsable del fatídico Abra Kadabra como hacen en el cuarto libro?

9. Loco calendario. Los meses mágicos son diferentes a los nuestros. Agosto, por ejemplo, dura tres semanas en el tercer libro. En la primera semana llega la tía Marge. Una semana después, la hace flotar en el salón familiar. Luego Harry pasa dos semanas en el caldero chorreante y todo durante agosto (cap. 2 y a lo largo del 3 y 4).

10. Tres que son cuatro. En el partido de “quidditch” entre los equipos de Gryffindor y Ravenclaw, cuando Harry sigue la pelota dorada, le persiguen tres criaturas malignas encapuchadas. Después, se descubre que había sido una broma de cuatro rivales. (págs. 220-221, cap. 13).

11. Repitiendo curso. En el primer libro, Marcus Flint, capitán de Slytherin, estaba en sexto año. Sin embargo, juega dos años más aunque en Hogwarts sólo se cursa hasta séptimo año (pág. 256, cap. 15).

12. Anacronismos varios. En una carta de Harry a Sirius le menciona que su primo Dudley tiró su playstation por la ventana. Para explicarle la función de ese aparato no mágico le dice que es como una computadora en el que se puede jugar. Sirius no podía saber la diferencia entre computadora y playstation siendo mago. Además, la acción se sitúa en 1994 y el playstation salió en 1995 (pág. 29, cap. 2)

13. Reloj multifunción. Se describe al reloj de los Weasley con una manecilla que señala cosas tales como “hora de hacer el té”, “hora de dar de comer a las gallinas” (pág. 36, cap. 3). Pero en el cuarto libro lo describen con nueve manecillas que indican dónde está cada miembro de la familia. (pág. 139, cap. 10).

14. Hechizos prohibidos. Cuando Hermione, Ron y Harry están en el bosque después de la final del Torneo de quidditch, los dos primeros intentan utilizar el hechizo denominado “lumus”. Según las normas del Ministerio de Magia la utilización de la magia fuera del colegio está prohibida (pág. 113, cap. 9).

15. Casa equivocada. Cuando los gemelos inventores Fred y George se aproximan al Cáliz de Fuego para ingresar en el Torneo de los Tres Magos, les sale una larga barba. Dumbledore les comenta que pueden ir a la enfermería, que allí encontrarán a la srta. Fawcett de la casa Ravenclaw (pág. 234, cap. 16). Pero más adelante, el profesor Snape ve a la alumna correr y para penalizarla le dice: “10 puntos menos para la casa Huflepuff, Fawcett”, cuando debió decir Ravenclaw (pág. 376, cap. 23).

16. Haciendo doblete. Cuando Rita Skeeter entrevista a Harry, asegura que escribe para Diario el Profeta, aún así su artículo sobre el triángulo amoroso Harry-Hermione-Víctor aparece en el Witch Weekly (págs. 270-271, cap. 18).

17. Inservible, no estropeado. Hermione siempre les comenta a sus amigos que los artefactos “muggles” (sin magia) no funcionan en Hogwarts. Entonces, ¿cómo es que Harry dice que su reloj se echó a perder tras salir del agua, si el reloj no debería funcionar ? (pág. 441, cap. 26).

18. Como Matusalén. La Sra. Weasley y su hijo Bill visitan Hogwarts. Ella hace un comentario sobre el guardabosques de Hogwarts, aludiendo a quien desempeñaba esa labor en sus tiempos era un hombre llamado Ogg, y que la persona que le precedió fue Hagrid. Eso sería temporalmente incorrecto, ya que Hagrid lleva 50 años como guardabosques de Hogwarts, y la Sra. Weasley tendría que ser una anciana de más de 80 años para haber vivido en la época de Ogg (pág. 538, cap. 31).

19. Agudizar la vista. Harry observa unas criaturas que tiran de los carros que les llevarán a Hogwarts. Él puede ver a los Thestrals, caballos alados de ojos blancos, mientras que Ron y Hermione, no (pág. 209, cap. 10). Más adelante se explica que sólo pueden ver estas criaturas las personas que han presenciado la muerte en primera persona. Harry había visto morir a su madre, por lo que no se entiende porque no vio a los Thestrals en sus anteriores cuatro años de escuela (pág. 463, cap. 21).

20. Colándose en el bar. El estudiante Dennis Creevey asiste a la reunión en el bar Hogsmeade para consolidar el ejército de Dumbledore. Sin embargo, no podría acudir al menos con el permiso de los profesores, ya que no tiene la edad mínima para poder estar en el bar, que es de 13 años (pág. 353, cap. 16).

21. Baile de pisos. Al padre de Ron, tras el accidente con la serpiente que prevé Harry en sus sueños, le ingresan en el hospital San Mugo. Al principio se encuentra en la segunda planta (pág. 504, cap. 22). Más tarde lo encontramos en la cuarta, cuando su familia y Harry le visitan por segunda vez (pág. 527, cap. 23).

22. Olvidando el orden alfabético. En el primer libro, a Sally-Anne Perks le asignan una casa de Hogwarts antes que a Harry porque los alumnos son llamados por orden alfabético. Pero en el quinto libro, cuando llaman a los alumnos para realizar los exámenes finales Harry va por delante de ella (pág. 735, cap. 31).

23. Malos fisonomistas. La portada española es muy similar a la americana. Pero las dos comparten un error. Las cubiertas muestran a un Albus Dumbledore con una apariencia normal y en sus manos no se advierte ninguna rareza. El libro deja muy claro que la mano y hombro derecho de Dumbledore (pág. 58) están ennegrecidos y denotan un aspecto mortecino (pág. 48).

24. Cuidado con esas manos. La página 176 de la edición inglesa describe: “Malfoy miró a Hermione como ella había hecho en otro tiempo, cuando le propinó un puñetazo en la cara”. Pero tanto en la versión británica (pág. 216) como en la española (pág. 246) del capítulo 15 dice que “Hermione había abofeteado a Malfoy con todas sus fuerzas”.

25. Efectos retardados. En la edición publicada en Estados Unidos (pág. 188), en una clase el Profesor Slughorn habla sobre un brebaje mágico: “Una pequeña botella de ‘Félix Felices’ es suficiente para 12 horas de buena suerte. Desde la oscuridad hasta el amanecer serás afortunado en todo lo que te propongas”. Pero en la página 476, Harry, refiriéndose a la poción, afirma que aporta 24 horas de fortuna.

Torcer el cuello, mirar a los ojos


Torcer el cuello, mirar a los ojos

Juan Gérvas

Médico de Canencia de la Sierra, Garganta de los Montes y El Cuadrón.

07 Diciembre 2007 · Madrid. jgervasc@meditex.es

Lo importante es la calidad clínica, científica y humana del médico

La imagen, de Tino Soriano
Cristina espera una receta en el Centro de salud de La Coromina, cerca de Cardona (Barcelona). El ordenador, bien apartado, en un extremo, para que la Dra. Bernal no pierda el contacto visual con la paciente.

init();¿Qué es importante en el encuentro médico? Si lo importante es mirar a los ojos al paciente y no perder el tiempo con los problemas inherentes a los ordenadores y periféricos y al acto de recetar, las cosas se organizan de otro modo.

Referentes tecnológicos Sanidad en línea

El Ministerio de Sanidad y Consumo confía en que el Proyecto de Sanidad en Línea —que engloba acciones como la receta electrónica, la tarjeta sanitaria individual y la historia clínica digital— esté listo y pueda funcionar en todo el Sistema Nacional de Salud (SNS) dentro de 2 años.

Soy de los que dan la mano con fuerza. A veces los (las, generalmente) pacientes se me quejan: “¡Qué fuerza tiene usted, doctor!” Como doy la mano al recibir y despedir al paciente, en la puerta, al decir adiós tengo capacidad para apretar más o menos según la respuesta a la primera vez. También, claro, recuerdo a los pacientes que se han quejado y siempre intento disminuir el ímpetu. Me desagradan las personas que dan la mano floja, sin ganas. Sé que no tiene mayor importancia, pues tengo pacientes y algún conocido muy buena persona que sencillamente dan la mano floja. Por ello nunca he manifestado el menor desagrado ante el paciente que responde a mi apretón con una mano floja. ¡En la consulta tenemos de todo!

Hay trabajos varios que demuestran que los pacientes agradecen la calidez y cordialidad en el trato. Naturalmente, ajustadas al momento. No es lo mismo dar la mano y la noticia de la confirmación de un embarazo, que dar la mano y el pésame por la muerte reciente del padre. Pero siempre cabe la calidez, la empatía, entender al paciente y hacerle notar que le entiendes. Me gustaría saber que ello mejora el resultado en salud, pero consuela saber que al menos mejora la calidad de la entrevista. Y la entrevista es clave. Por ejemplo, en la entrevista los oncólogos, al comunicar el diagnóstico de cáncer de mama, suelen dedicar treinta segundos a demostrar calidez y comprensión por la gravedad del diagnóstico que transmiten. ¡Demasiado poco!

Calidez y cordialidad

De la misma forma que doy la mano con energía y que ofrezco calidez y cordialidad, me gusta mirar a los ojos de los pacientes. Como siempre, con toda la simpatía adecuada, de forma no agresiva, de forma amable. No sé cuántos segundos de mirada directa a los ojos, pero los suficientes para que el paciente me sienta cercano y directo sin llegar a ser molesto. No me gusta la gente que te habla sin mirar a los ojos. Me molesta. Pero hay buenas personas, pacientes y conocidos, que no miran a los ojos. Por eso no le doy mayor importancia y nunca he manifestado desagrado ante el paciente que rehúye la mirada directa a los ojos. ¡Hay tanta variedad en la consulta!

Exploro a todos los pacientes. A todo paciente que expresa un signo o síntoma explorable. Por ello aconsejo al paciente, para que sepa que si viene por algo, veré ese algo, esté en el periné o en la axila, en los pies, en la boca o en el ano. Los pacientes lo saben y vienen preparados. Naturalmente, cabe la flexibilidad y, por ejemplo, algún paciente nuevo con hemorroides prefiere “venir otro día”, y que le dé una crema hoy, que “ya habrá tiempo la próxima vez”. Y otro, con dolor lumbar se queda asombrado de la exploración a fondo de reflejos, fuerza y sensibilidad que hago, por más que insista en que “lo único que me duele es la espalda”. Uno se adapta, claro, y si la paciente no tiene experiencia previa, por ejemplo, le explico que puedo tomar una muestra vaginal en el momento y mandarla al laboratorio: “¿prefiere que la tome ahora mismo o quizá quiere que la dejemos para otro día?” Con todo ello disminuyo la probabilidad de error, y puedo ver un carcinoma de amígdala en un paciente fumador y bebedor la segunda vez que le exploro la boca, por ejemplo; en la primera sólo me concentré en la faringe y la mucosidad abundante, pero cuando volvió con el mismo síntoma, de dolor de garganta, ya hice una exploración más a fondo.

Con el ordenador

Si trabajo con el ordenador, tengo la pantalla vertical a la izquierda. Tuerzo el cuello todo el rato, tanto para mirar a la pantalla como para escribir o para recoger los impresos (recetas y demás). Tuerzo el cuello y dejo de mirar a los ojos al paciente. Tuerzo el cuello y me siento de lado en la mesa. Tuerzo el cuello y el paciente tiene tiempo de estudiar mi perfil todo el tiempo que dedico a los requerimientos de la pantalla. Tuerzo el cuello y las incidencias continuas del ordenador y de los periféricos me obligan a dejar de hacer lo importante: dar la mano al recibir y despedir al paciente, demostrar calidez y empatía, mirar a los ojos y explorar todo lo explorable. Tuerzo el cuello y me convierto en un médico de cabecera que mira de lado al paciente.

Ya sé que hay médicos que emplean el ordenador y no tienen estos problemas. Ni tuercen el cuello, ni tener la pantalla vertical a la izquierda les impide nada, ni las incidencias del ordenador y los periféricos disminuyen su tiempo clínico. También sé que hay pantallas horizontales de ordenador en las que se puede escribir con un lápiz óptico como si escribieses sobre papel. No es ciencia ficción. Es otra realidad. Otra realidad posible sólo cuando se piensa que mirar a los ojos es importante.

Mirar a los ojos

Naturalmente, escribir hay que escribir. Pero al escribir en horizontal y con un lápiz (o similar) hay más tiempo y oportunidad para mirar al paciente a los ojos, para dejar la escritura y pasar a explorar, para ser cálido y cordial. Pero incluso se puede no escribir en horizontal. Por ejemplo, en Suecia los médicos dictan un resumen tras cada consulta, y luego unas secretarias pasan lo dictado a máquina, al ordenador. Los médicos de cabecera suecos no tuercen el cuello. Por supuesto, su modelo de receta permite la multiprescripción y la dispensación por un año. La organización depende de lo que se juzgue importante en el encuentro médico. Si lo importante es mirar a los ojos al paciente y no perder el tiempo con los problemas inherentes a los ordenadores y periféricos y al acto de recetar, las cosas se organizan de otro modo.

¿Y los incentivos? ¿Y los indicadores? ¿Y la cartera de servicios? ¿Y la gestión? Todo a su tiempo, todo en su orden.

De nuevo el diseño de indicadores, los incentivos, la cartera de servicios y la gestión deberían girar acerca de lo que es importante. Lo importante es mirar a los ojos al paciente y tener tiempo suficiente para la clínica. Lo importante es mejorar la salud del paciente, comprender lo que le sucede, disminuir su sufrimiento, incluso curar y “retrasar muertes” (de hecho, nunca “evitamos muertes” ni “salvamos vidas”; sólo “retrasamos muertes”, que no es poco). Lo importante es trabajar con fundamento científico. Por ejemplo, se retrasan muchas más muertes con el simple consejo contra el tabaco (120 por cada 100.000 habitantes y año) que con el cribaje, seguimiento y tratamiento de la hipertensión arterial (71 muertes retrasadas) o el tratamiento con estatinas de la isquemia de miocardio (prevención primaria, 3 muertes retrasadas, y secundaria, 14 muertes retrasadas). Sin embargo, todo nos empuja a diagnosticar, seguir y tratar hipertensos, y todo nos lleva a cribar y tratar a pacientes con aumento del colesterol. Cosas absurdas que aumentan en poco la salud de los pacientes y de la población, aunque los “entretenemos” un montón. Valdría la pena concentrarnos en cosas más simples y eficaces, como introducir IECA en los pacientes con insuficiencia cardíaca (308 muertes evitadas por cada 100.000 habitantes y año).

Lo importante es registrar

Con cosas absurdas da igual que el médico devenga en un profesional que tiene el cuello torcido. Lo importante es que registre, y el registro pasa de ser importante a ser central. Es central porque con él se evalúa la calidad y se reparten incentivos. Se registra y se vuelve importantísimo el ordenador con su pantalla vertical a la izquierda y el cúmulo de periféricos con sus “demandas”. Registrar y registrar sólo aumenta la torcedura de cuello. Y el cuello torcido significa mirar de lado, no mirar a los ojos del paciente.

Cabría defender la implantación de la historia clínica electrónica y la informatización de los centros si ello se acompañase del aumento de la calidad clínica. Pero nunca se ha demostrado tal. La historia clínica electrónica y la informatización de los centros no comportan mejora alguna de la calidad. Comportan, eso sí, mayor facilidad para la implantación de incentivos tipo “control aceptable de la tensión arterial”, “cálculo del riesgo cardiovascular” y todo ese tipo de cosas que entretiene y distrae al personal de lo importante.

Sin olvidar, claro, la función política de la implantación de sistemas tipo Abucasis, Osabide, Jara, Diraya y demás iniciativas autonómicas absolutamente incompatibles entre sí, que suponen el trasvase de millones de datos diarios innecesarios (y “sensibles”, cuyo desvío puede tener consecuencias incalculables). Estos sistemas se “cuelgan” de continuo, retrasan la consulta y conllevan más horas de torcer el cuello y no mirar a los ojos al paciente. No responden al interés ni de los médicos clínicos ni de los pacientes. De hecho, en muchos casos cuentan con la oposición activa de los médicos. Sirven a otros intereses, ajenos a la clínica, y se imponen incluso, como en el País Vasco, con sanciones contra los pocos que se atreven a anunciar a sus pacientes la simple implantación de estos sistemas que alejan el control de los datos de quien los suministra (pacientes) y de quien los utiliza en la clínica (el médico). Sistemas que llevan a más cuellos torcidos, a menos mirar a los ojos.

Ya digo, lo importante es la calidad clínica, científica y humana. Por ello conviene evitar el cuello torcido y todo lo que comporta tener la pantalla vertical del ordenador a la izquierda, con sus periféricos múltiples. ¡Menos mirar a la izquierda, a la pantalla, y más mirar al frente, a los ojos del paciente!

Fuente: Jano.es

Se agradece al autor el envio de este articulo donde se manifiesta el caracter humanista que debiera caracterizar no sólo a nuestra especialidad, sino a toda la medicina.



Feliz Navidad – Merry Christmas – War is over –


Nuestra condicion humana nos ha hecho seres biologicos, a veces pensantes, viviendo en comunidades. Pero tambien susceptibles, inevitablemente, a las enfermedades y a la muerte. Con las primeras seguiremos luchando aunque muchas verdades se nos muestran esquivas, contra la muerte tan solo acompañar, y lograr que el olvido no sea el destino de cada uno de nosotros y los otros. Pero aun asi, si la muerte y el olvido son inevitables, luchemos para que esto siga siendo injusto. Mientras pensamos en factores de riesgo, nuevas vacunas, y tantas otras cosas, cada dia, en este mundo, miles mueren a causa de la peor de las enfermedades……..la estupidez humana. Claro que no hay medicamentos para ello, y quizas por eso las revistas medicas no le dediquen mucho tiempo a las guerras, a la miseria que estas traen consigo, al horror de niños soldados, sicarios en otros lados, y que estas imagenes muestran. Quizas sea importante el colesterol, pero la evidencia parece decir que también hay otros lugares que enfrentar. JW Lennon escribia esta cancion hace muchos años, y en una vieja tapa de aquel disco decia como en formato de un periodico: “Estalló la paz”. Ojala por un dia esto pueda ser cierto, ojala por muchos dias pueda ser cierto, al menos para demostrar al resto de las especies, que como homo sapiens somos inteligentes y capaces de vivir en armonia entre nuestros pueblos, nuestras culturas, y con la propia naturaleza, en este hogar que es de todos y se llama Tierra.

Opiniones: Carga de Enfermedad


Publicado en la lista ALAMES por Gonzalo Moyano:

NOTA: Es notable como uno leyó lo de “causas de muerte prematura” y pensó en cualquiera de ellas MENOS en las que mencionan en el artículo. No que no sean “muertes prematuras” (y que no estén ocurriendo de un modo cada vez más diferencial entre personas de bajos recursos, y que pueden ser prevenidas, etc, etc) sino que el formato instalado es cada vez más centrado en la enfemedad que produce muerte y en el tratamiento de ellas que se mide “exclusivamente” en términos de la enfermedad como negocio (nótese el subrayado en el texto); es decir: cual es el negocio con tratar esas enfermedades. Confieso que uno es un ingenuo y que cuando apareció este tema (hace muchos años) uno pensó INMEDIATAMENTE en la mortalidad evitable de l@s niñ@s menores de un año que mueren a diario. Fue hasta que Gianni Tognoni nos ha inistido (repito que soy un ingenuo) en que “carga” aquí (burden) se refiere al peso económico de la “enfermedad” y es visto (insisto, podría serlo desde otro lado) como la carga económica (y otras) en sostener enfemedades crónicas en pacientes que quedan con secuelas, básicamente. Pero ocurre que esas otras muertes que mencionaba….. no se miden. Una muerte cada 50 minutos en Argentina y resulta que la “carga” de esta muerte (entre 79 y 81 años hasta la expectativa de vida) no es medida porque no comporta ninguna “carga” para la sociedad. Y no lo es porque no se gasta dinero en su supervencia. Y no se gasta porque no se calcular que sea una vida que deba ser considerada, aun pensando en la carga que significa quien no muere pero está nutrido por debajo de lo que debería (lo que lo llevará a enfermedades recurrentes y a falta de acceso a la educación, para nombrar solo dos cuestiones que pueden ser medidas según los mismos criterios que aquí se eluden). No son muertes prematuras las de la mortalidad infantil? Cómo se dice que la mayor “carga” es la de las cardiopatías isquémicas y el accidente cerebro vascular cuando estos ocurren cuando se han vivido varias décadas, y no pueden compararse con los años que pierde hasta llegar a los 80 quien no ha vivido UN AÑO? La única expliación es que esas vidas no importan a un sistema centrado en la enfermedad y en la venta de medicamentos y tecnología. Simplemente agregaría que “burden” se utiliza también como “carga” para la carga de la prueba, en términos jurídicos. Claro, puede ser usado así, pero nos parece que este es otro caso entre los que solo mirar lo que se dice resulta en una confesión de cargo. Y entonces deberíamos asumir que habría que relevar las pruebas. Pero, claro, esto no es así: la lógica del capital también se expresa en cada cuestión (business en inglés designa tanto a “negocio” como a “asunto”) social. Habrá que hacer otra cosa.

Un saludo

Gonzalo


Carga de enfermedad: por primera vez calculan cuántos años de expectativa de vida se pierden

http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/cienciasalud/nota.asp?nota_id=969484

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Ser Médico, ayer, hoy y mañana


 Dr. Alberto Agrest
 Ayer, mi ayer al que me referiré es el año 47 (del siglo XX por si hay dudas) en el que me gradué, ser médico significaba entonces haber adquirido los conocimientos teóricos en la facultad y los conocimientos prácticos y destrezas en los hospitales. Los interlocutores válidos eran entonces los pacientes y los colegas; los ingresos honorables eran los que  abonaban los pacientes privados y los relativamente bajos salarios hospitalarios a los que recién se accedía después de largos años de trabajo honorario como concurrente por lo general por unas 3 a 4 horas de trabajo diario. El resultado de esos ingresos era lograr una vida de clase media, media o alta, gozando del respeto de la sociedad y el afecto de los pacientes y de sus familiares.

 Estar al día en los conocimientos en esa época exigía pocas horas de estudio diarias, alcanzaban las revistas de publicación mensual o bimestral y los libros que demoraban 2 o 3 años en editarse a pesar de lo cual se los podía considerar actualizados si estaban en inglés o francés, las traducciones al castellano demoraban todavía 1 o 2 años más no obstante lo cual eran considerados actualizados por gran parte del cuerpo docente. Quedaba tiempo para la lectura culta: novelas, cuentos, ensayos, historia y un poco de filosofía y con la lectura tiempo para la reflexión mientras la página abierta esperaba que volviéramos a ella.

 Evidentemente el conocimiento médico avanzaba a pie y con paso de paseo. Los médicos podían ser clínicos y cirujanos y abarcar varias especialidades. Para los clínicos la experiencia, conocimientos basados en evidencias demostrativas observacionales sólo se lograba por la anatomía patológica o el laboratorio y se adquiría  con los enfermos hospitalizados, estando a cargo de 6 camas en las que los pacientes solían estar internados 1 o 2 meses y frecuentemente mucho más tiempo.

 Los consultorios externos y las guardias nutrían una experiencia mucho más numerosa pero también con evidencias muy pocas veces demostrativas excepto las que iba dando el tiempo. Una suerte de protoevidencia era el “anda bien”.

 La tarea médica era la de curar, aliviar o confortar, la prevención era tarea de los higienistas. Quedaba tiempo para la investigación que se realizaba por el deleite de crear conocimiento sin ninguna retribución por ese trabajo.

 En la década del 50 el salto de Newton a Einstein comienza a verse en la vida diaria. Los efectos de las fuerzas inversamente proporcionales a los cuadrados de las distancias  se sustituyen por energías directamente proporcionales al cuadrado de las velocidades para llegar a hoy cuando estamos cada vez más cerca de lo que está lejos y cada vez más lejos de lo que está cerca.
 “…Estamos cada vez más cerca de lo que está lejos y cada vez más lejos de lo que está cerca.”
 El progreso exponencial del conocimiento y la velocidad de acceso a la información con un retroceso apenas aritmético de las capacidades (si se es afortunado), a lo que se agrega una reducción del tiempo disponible para la información, una multiplicación del número de pacientes para cubrir necesidades económicas y en consecuencia menor tiempo para cada paciente ha puesto a enorme tensión la relación del médico con el conocimiento y con los pacientes. La menor relación con el conocimiento se ha canalizado en la especialización, en la subespecialización y ya en la sub sub especialización mientras la tensión de la relación con los pacientes ha provocado una fragmentación y ruptura de la misma.
 Por otra parte el médico se ha colocado, o ha sido colocado a la cabeza de la prevención. El resultado es que ser médico hoy es muy diferente que haberlo sido antes y seguramente muy diferente de lo que será en un futuro nada lejano.

 A la responsabilidad ética de antaño con la propia conciencia, se le ha sumado la responsabilidad legal de hogaño con pacientes hostiles estimulados por abogados y se le añadirá la responsabilidad económica mañana, mañana que ya es hoy, demandada por gerentes que en lugar de estar perplejos ante los elevados y hasta inalcanzables costos de ganar meses o días de sobrevida están ocupándose de utilizar los aportes de los afiliados en actividades más lucrativas o convertir a sus afiliados en clientes de otras actividades paralelas de las empresas.

 A su hábito tradicional de enfrentar los problemas activos de un paciente concreto se le ha agregado enfrentar problemas probabilísticos y al futuro siempre incierto la prevención le demanda más acciones destinadas a defenderse de presiones sociales o judiciales que acciones sensatas que valoren la importancia para cada paciente en particular.

 La investigación que requiere recursos técnicos costosos y una organización casi industrial y empresarial ha reemplazado el deleite por un duro esfuerzo por satisfacer un rendimiento científico y económico que justifique las inversiones y el estipendio de los investigadores. Mientras tanto gran número de investigadores clínicos se han convertido en agentes cuya misión es conseguir pacientes para los estudios que requiere la industria médica.

 El tiempo de la lectura culta parece haberse esfumado y nada en el continuo devenir de palabras e imágenes espera nuestra reflexión substituida debido a la presión del tiempo por alguna idea relámpago.

 Ayer, hoy y mañana no son sólo cambios cronológicos sino cambio de pautas culturales, sabemos que no podemos detener el tiempo pero creemos ingenuamente que podemos defender de la erosión las pautas culturales que hemos creído dignas.

 El médico vivía la pauta cultural de la entrega generosa y la sabiduría que hoy debe cambiar por la pauta de la efectividad y la eficiencia. El esfuerzo debe ser conciliar ambas culturas y el desafío es cómo hacerlo.
 Siendo éste un Congreso de Salud y esta reunión sobre la pauperización de la medicina quisiera referirme a qué ha hecho la medicina para reducir la pobreza y qué ha hecho también para contribuir a ella.

 Reducir la pobreza se consigue aumentando la riqueza y debe entenderse que la salud es una de las formas de la riqueza de las poblaciones. Así como existe una línea de pobreza digna existe una línea de salud digna debajo de esa línea el estado de salud es indigno, es indigna la desnutrición, es indigna la morbimortalidad infantil que supera las cifras de los países desarrollados, es indigna la existencia de enfermedades prevenibles que resultan de fallas sanitarias higiénicas elementales como el acceso a agua potable, es indigno morirse de enfermedades que se curan, es indigno no poder aliviar el sufrimiento y es indigno no recibir confort en la agonía.

 El progreso alcanzable, y el ya alcanzado, en todas las áreas de la medicina ha sido espectacular sin embargo estamos lejos de que esos beneficios posibles se hayan logrado con equidad. La capacidad de los profesionales de la salud no alcanza los niveles de excelencia acordes con las exigencias de las nuevas tecnologías y los sistemas de organización médica plagan la atención médica de errores por incompetencia organizativa y por costos inaccesibles.

 El número de médicos excede las necesidades de la población y como ocurre con toda oferta que excede las demandas su valor se reduce. Los médicos ven así reducido su valor, sus ingresos económicos se reducen como variable de ajuste ante los aumentos en los costos de los insumos de salud y los aumentos de costo de los insumos de su propia formación profesional conspiran contra su aspiración de calidad. El resultado es que los médicos, consciente o inconscientemente, empujados por la promoción de la industria médica multiplican la utilización de recursos técnicos que ellos mismos administran y que sirven para aumentar sus ingresos y el costo de la atención médica.

 Los médicos centramos nuestros esfuerzos en todo lo que debe saberse para hacer todo lo que puede hacerse y cometer los menores errores posibles pero hemos insistido poco en hacer sólo lo que debe hacerse y abstenerse de hacer lo que no es necesario para tomar decisiones y para obtener el mayor beneficio probable para el paciente. Seducidos por la importancia de la evidencia demostrativa perdemos de vista valorar si esa evidencia es trascendente y valorar la sensatez de la aplicación de ese conocimiento.

 El despilfarro médico, como en todas las otras áreas, es el gasto innecesario para cumplir objetivos sensatos. No me cabe duda que los gastos de las guerras ofensivas son intrínsecamente un despilfarro, además de un crimen, por insensatas y que insensateces mayores o menores se cumplen, se han cumplido y se cumplirán en todas las sociedades.

 Son insensateces mayores las que se cometen en la educación, en la justicia y en la salud. Sin embargo no hemos escuchado nunca que los funcionarios, los maestros y los sindicalistas de la educación no sólo no alertaran sobre los propósitos de los gobernantes de destruir la educación sino que han sido sus cómplices buscando tan sólo satisfacer sus propios intereses.

 Tampoco desde la justicia hemos visto luchar contra la insensatez, es la ciudadanía la que hoy les reclama sensatez como debiera reclamarla para recuperar la educación que se ha perdido y que debiera promoverse con una suerte de movimiento con el título de “SARMIENTO RECARGADO”.

 La pregunta que cabe es ¿porqué la medicina debería estar libre de esta insensatez y porqué debiera evitar el despilfarro?

 Creo que los médicos son conscientes de la insensatez porque son soldados en el campo de batalla de la salud asisten a heridos y muertos y contemplan la devastación irracional, no son los funcionarios, ministros o secretarios, gerentes y contadores analizando sobre un escritorio papeles con números y estadísticas donde hay número de muertos o enfermos pero no enfermos ni muertos, donde hay números de costos y beneficios pero no devastación y agradecimiento. Las cifras de prolongación de la sobrevida pueden ser impactantes pero ¿qué hay de los efectos invalidantes de la edad sobre el aparato locomotor, sobre la capacidad mental y las actividades sociales?, ¿qué hay del agotamiento de las reservas económicas en gastos médicos y de los magros montos jubilatorios?
 “Es cierto que los médicos sabemos que el dolor ajeno se tolera mejor que el propio, pero ya nos ha alcanzado a nosotros.”
 Creo que los médicos deben evitar el despilfarro porque lo han sufrido en carne propia, porque los han proletarizado formando más médicos de los necesarios, porque los han formado deficientemente, porque los han convertido en la variable de ajuste para mantener gastos constantes cuando los insumos requeridos por la terapéutica, la tecnología y la información crecen y debe mantenerse la renta de los inversores. Es cierto que los médicos sabemos que el dolor ajeno se tolera mejor que el propio pero ya nos ha alcanzado a nosotros.

 Es insensato hacer creer a la gente que la lucha contra la muerte debe y puede hacerse a cualquier costo, debe comprenderse que es imposible que recursos técnicos de excepción estén al alcance de todos.

 Es insensato pensar que la medicina pueda mantener los principios de equidad con una educación adecuada restringida apenas a clases sociales económicamente acomodadas.

 Es insensato pensar que la tecnología será capaz de proteger a la sociedad a pesar de las fallas educativas que impiden alcanzar mejores niveles socioeconómicos, mayor comprensión y más fácil acceso a las ventajas de una vida saludable.

 Quizás los médicos que están más cerca de la microeconomía que de la macroeconomía deberíamos sentirnos más proclives al principio básico de saber gastar. La riqueza que los médicos generamos para la sociedad es salud y debe ser parte de nuestro esfuerzo que esa salud se pueda distribuir equitativamente.

Al encuentro de la utopía perdida


El concepto de salud es consustancial a lo que entendemos por Estado de bienestar. No existen sociedades desarrolladas en las que la salud, al igual que la educación, no centre todas las políticas del Estado. Más de 30 años han pasado desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una declaración en la que por primera vez se da protagonismo a la salud de los ciudadanos no sólo como concepto físico, sino también psíquico y social. La llamada Declaración de Alma Ata perseguía la utopía de entrar en el nuevo milenio con un nivel de salud poblacional marcado por la excelencia, y los países occidentales comenzaron a generar políticas de prevención y promoción de la salud, encaminadas a reducir la morbimortalidad de múltiples patologías y conseguir una sociedad sana.

 

 

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