El autor hace un recorrido de la evolución de la atención farmacéutica en España desde los años 90 hasta el documento de consenso recientemente aprobado por el Foro de Atención Farmacéutica.
Joaquín Herrera Carranza. Profesor de Farmacia en la Universidad de Sevilla 25/02/2008
La evolución de la AF, al menos en España, está marcada principalmente por su base teórica más que ser una consecuencia directa de su implantación generalizada, que todavía estamos lejos de alcanzar. Cierto es que desde los inicios (años 90) del intento, oportuno y necesario, de adaptación del modelo pharmaceutical care, cargado de un indiscutible simbolismo de lo que podría ser una atractiva forma de entender y enfocar una nueva Era de la Farmacia, en una década y media han ido apareciendo en el panorama farmacéutico español una auténtica catarata de ideas, propuestas, iniciativas y conceptos innovadores.
Alguien alguna vez tendrá que hacer un estudio y análisis riguroso de las razones que impidieron la entrada de las ideas renovadoras de la farmacia clínica en la oficina de farmacia. No ha ocurrido lo mismo con la AF que ha tenido desde sus albores los brazos abiertos de la farmacia comunitaria. La aceptación de la AF en España, aunque todavía en la praxis minoritaria, ha sido un proceso, a mi modo de ver, ejemplar y ejemplarizante. Sin embargo, en estos momentos se nota una cierta parálisis que, supongo, será transitoria, cuando se aclaren ciertas cuestiones (dictamen europeo, industria farmacéutica) que pesan sobre la Farmacia.
Nuevas iniciativas
La aprehensión (captación y aceptación subjetiva de un contenido de conciencia, DRAE) del pharmaceutical care, con todo su significado y simbolismo, ha introducido en la farmacia española, en el discurrir de unos pocos años, una pléyade de ideas, propuestas, iniciativas y conceptos complejos (no se tiene en cuenta el orden cronológico de aparición en el escenario metodológico): cadena terapéutica del medicamento, problemas relacionados con los medicamentos (múltiples intentos de definición y clasificación), seguimiento farmacoterapéutico personalizado, episodio de seguimiento, oferta del servicio, entrevista personal inicial y de continuación con el paciente, monitorización del paciente, estado de situación, fases de estudio, evaluación de resultados, indicación farmacéutica, AF domiciliaria, protocolos, registros de datos y actuaciones, incumplimiento, cumplimiento y adherencia al tratamiento, farmacia asistencial, resultados negativos asociados a la medicación, dispensación activa, incidentes relacionados con la medicación, acontecimientos adversos, etc.
En 2001, el Documento de Consenso vino a poner orden y ofrecer una visión lógica en los aspectos conceptuales básicos (problemas relacionados con la medicación, seguimiento farmacoterapéutico e indicación farmacéutica), aunque en la actualidad sobrepasado por la aparición de conceptos novedosos y emergentes (incidentes relacionados con la medicación, errores de medicación, resultados negativos asociados a la medicación, etc.). En este tiempo, la metodología aplicada a la praxis profesional se ha perfeccionado y permite disponer de una ancha plataforma de posibilidades, al menos como punto de partida, para la iniciación e, incluso, el diseño de trabajos de investigación, imprescindibles en la creación de un corpus doctrinal sólido, que pueda ser debatido en los foros sanitarios de discusión.
Previamente a todo ello, se contaba ya desde 1997 (¡todo un lujo y privilegio!; la enfermería ahora demanda amparo legal para las prescripciones que realiza), tras la entrada en vigor de la Ley de regulación de servicios de las oficinas de farmacia, con el preceptivo amparo legal y marco jurídico: el farmacéutico deberá prestar el servicio básico a la población de “la información y el seguimiento de los tratamientos farmacológicos a los pacientes” (artículo 1.5). Desde el punto de vista ético y deontológico, la norma tiene carácter de imperativo categórico, de obligado cumplimiento.
‘Dispensación informada’
La reciente Ley de Garantías y Uso Racional del Medicamento y Productos Sanitarios dicta que en las oficinas de farmacia los farmacéuticos “velarán por el cumplimiento de las pautas establecidas por el médico responsable del paciente en la prescripción, y cooperarán con él en el seguimiento del tratamiento a través de los procedimientos de AF”; concreta más y amplía sustancialmente el horizonte legal de actuación e intervención del farmacéutico asistencial. Por cierto, que esta nueva Ley del Medicamento, además, ha redimido del mal uso y abuso la nefasta expresión dispensación activa por la más coherente con el ser y la naturaleza de la Farmacia de dispensación informada (la dispensación es el acto profesional que mejor identifica a la Farmacia y, por tanto, como cualquier otro acto profesional de cualquier otra profesión, es intrínsecamente activo, para no incurrir en posible negligencia profesional).
Recientemente se ha aprobado la última ley de nuestras comunidades autónomas: Ley 22/2007, de 18 de diciembre, de Farmacia de Andalucía (Título II, 47 artículos). ¡Ya somos y estamos todos! Empero, ¿dónde estamos? Observo una cierta parálisis en estos momentos.
El entusiasmo de hace unos años no se percibe. El grado de implantación sigue siendo minoritario. El principal usuario de la farmacia comunitaria es el paciente mayor y bueno sería acogerlo bajo el amparo generalizado de todo lo que ofrece la AF y exigen las leyes: dispensación informada personal y a los cuidadores, vigilancia del cumplimiento, prevención, detección y resolución de los problemas de medicación, extensible a los mayores institucionalizados.
Coincidiendo con la redacción de este artículo, el Foro de AF ha dado a conocer un documento de consenso; por tanto sin tiempo material para hacer una primera valoración. Sin embargo, es de esperar, y así lo espero, que este nuevo impulso contribuya, con el concurso de profesionales, expertos, investigadores y docentes, a la implantación, en un tiempo razonable, del mínimo necesario para que el modelo afianzado de farmacia mediterránea español siga siendo, desde el presente y de cara al futuro, ejemplar y ejemplarizante en AF a los pacientes más necesitados del servicio: mayores, crónicos, dependientes, etc.
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